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18.3.21

"ROMA Fellini" Ciclo Fellini 100Años

 

Dirección: Federico Fellini
Año: 
 1972
Film: 
 Color
Duración: 
 119 min
Argumento: Federico Fellini, Bernardino Zapponi
Guión: Federico Fellini, Bernardino Zapponi
Director de fotografía: Giuseppe Maccari (Technicolor)
Operador adjunto: Pietro Servo
Asistente de cámara: Roberto Aristarco, Michele Picciaredda
Música: Nino Rota
Director musical: Carlo Savina
Idea de escenografía: Federico Fellini
Escenografía: Danilo Donati
Vestuario: Danilo Donati






















Estamos a comienzos de los años treinta. Un chico, huésped en un colegio de religiosos, se imagina la Roma descrita por sus profesores y por la retórica del régimen fascista. En 1939, con veinte años, parte hacia la capital y descubre su verdadero rostro. Los pequeños personajes de una pensión popular, las tabernas al aire libre, los niños por las calles. Luego se pasa a 1972, al tráfico de las calles, con Fellini que rueda una película en una ciudad atiborrada de turistas, entre los jóvenes que le reprochan su falta de interés por la política. Vuelve a la memoria la imagen de un pequeño teatro de espectáculos de variedades de pueblo, con el público que grita y huye tras una alarma aérea. Luego la escena se desplaza a la galería para la construcción del metro, cuando un hallazgo de restos arqueológicos interrumpe las obras. Los hippies de la Plaza de España y la fauna variopinta de los que iban allí, el recuerdo lejano de los burdeles de los años cuarenta. Hay también un desfile de modelos religioso, la "Fiesta de Noantri” en Trastevere, la confusión general, con la policía que aporrea y los motoristas entre los fragores de la noche.




Gian Luigi Rondi
Secuencias como la del autopista, de los prostíbulos, del desfile religioso son cine al estado puro, incontenible, ejemplar. Ese estilo que mezcla la crónica falsa con los recuerdos inventados alcanza, en diferentes ocasiones, la poesía. En otras, se impone una furia barroca que se combina, maliciosamente, con el gusto de lo cursi, de lo deformado, de lo horrible. Aunque en algunas partes podría apuntar a equilibrios más sosegados, siempre logra alcanzar los resultados esperados. En una representación espectacular que alterna las pesadillas de Bosch con los horrores negros de Goyas y los rasguños cortantes de Grosz.
"Il Tempo", 19 marzo 1972



Tullio Kezich
La infancia romañola, la llega del joven de provincias a la estación Termini, la pensión, las comilonas en las tabernas, el espectáculo de variedades, los prostíbulos son páginas de un virtuosismo estilístico e impetuoso que recuerda a Carlo Emilio Gadda. Pero en la vertiente moderna, Roma reserva grandes emociones como la secuencia horrorosa de la circunvalación y el final con los motoristas que van a tope entre las ruinas y los antiguos palacios. Tiene algunos defectos: la casualidad de su estructura, la fragilidad de sus conexiones, algún episodio más desenfocado y caricaturesco (el desfile religioso). Pero es otro fruto apasionante de la tenacidad de uno de los mayores maestros de hoy.
" Il mille film. Dieci anni al cinema 1967-1977", volume secondo, Il Formichiere, Milano, 1977
«En pocas palabras, la impresión que tenemos de esta ciudad es una sola: la ignorancia. En Roma vive un ignorante que no quiere que lo molesten y que es el producto más exacto de la Iglesia. Un ignorante que quiere mucho a las familias. Este tipo de hombre está tan metido en su posición seglar que cree que se debe y se puede vivir solo de esta manera. Un crío grotesco que tiene la satisfacción de ser castigado continuamente por el papa. [...] la mirada fija, soñoliente, renunciataria, oponente, no es curioso o no cree que la curiosidad sirva para algo. Puede ser que esta sea la mirada de la extrema decrepitud, de quien ha digerido de todo y ha sido, a su vez digerido, se ha convertido en excremento, agotamiento total de todas las experiencias y regreso a la tierra, abono. Esta atmósfera peculiar nace del hecho de que el papá romano y la mamá romana siempre tienen algo criador, huelen a pis, a tus pis de cuando eras pequeño. En realidad, el romano no felicita de manera remilgada a un niño: "Mira qué cara bonita, parece un culo", dice.»
Federico Fellini, Fare un film, Einaudi, Torino, 1980, p. 146




Dirección: Federico Fellini

Argumento: Federico Fellini, Bernardino Zapponi

Guión: Federico Fellini, Bernardino Zapponi

Director de fotografía: Giuseppe Maccari (Technicolor)

Música: Nino Rota

Director musical: Carlo Savina

Idea de escenografía: Federico Fellini

Escenografía: Danilo Donati

Vestuario: Danilo Donati

Montaje: Ruggero Mastroianni

Coreografía: Gino Landi




Cast

Marcello Mastroianni : intervistato
Anna Magnani : intervistato
Gore Vidal : intervistato
John Francis Lane : intervistato
Alberto Sordi : intervistato
Peter Gonzales : Fellini a diciott'anni
Fiona Florence : Dolores giovane prostituta
Marne Maitland : guida alla catacombe
Britta Barnes
Pia De Doses : la principessa

Roma, la ciudad eterna  

Fragmentos de una nota de Claudia Segovia

(...) Fellini contempla la Roma fascista desde Rimini, su ciudad natal, con la dulcificada mirada de la infancia, como posteriormente lo hará en Amarcod (1973). En la posguerra, su alter ego, un joven inmigrante del norte, llega a la estación Termini, a la Roma pobre, caótica y gritona, al submundo de pensiones familiares, de espectáculos de variedades y burdeles. Un mundo sepultado en la Roma presente de los años setenta del siglo XX, una ciudad cosmopolita que revive la grandeza del remoto pasado imperial, una ciudad eterna que inmortaliza las vidas cotidianas pasadas, las casas patricias y la Necrópolis, y sus principales monumentos, el Coliseo, el Castel Sant'Angelo, Villa Borghese, como los lugares míticos y, a la vez, trillados del turismo.

"Eso es lo bueno de Roma, es grande y nadie te conoce"

Fotograma de Fellini RomaEn un café añorado del Rimini de Fellini, un hombre hace esta afirmación a propósito de Roma. Nada más cierto para describir la otrora capital imperial, la actual gran ciudad republicana, el lugar ideal para confundirse con la masa, para pasar inadvertido o volverse el centro de todo. Los grandes personajes fellinianos se dan cita en la ciudad: las matronas familiares, las prostitutas voluptuosas, los decadentes artistas de variedades, los músicos callejeros, los jóvenes hippies, la burguesía y el clero. Mientras que Scola apuesta por un reparto más contemporáneo: parados, inmigrantes, mendigos, ludópatas, ancianos, homosexuales y lesbianas, los desheredados de la sociedad, como nuevos rostros del cine italiano.

Roma es la ciudad de la iglesia, del gobierno y de las películas"
Gore Vidal afirma ante Fellini que estos tres poderes son fabricantes de sueños. Nada más cierto en Roma. Fellini retrata la alianza entre la nobleza y la iglesia en un satírico e improbable desfile de moda eclesiástica, demostrando entre bambalinas la patética opulencia y el poder de esta conveniente alianza.

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