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2.12.20

"FELICIDAD" (Happiness) de Tod Solondz

HAPPINESS (Click aqui para ver el filme)








Título original
Happiness


Año
Duración
139 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos

Sinopsis
Irónica, crítica e inmisericorde comedia sobre los miembros de una familia de un suburbio de New Jersey. Un matrimonio a punto de divorciarse, tres hermanas y sus maridos, novios y amantes ocasionales. Tras una aparente normalidad, todos los personajes ocultan algún secreto y alguna que otra perversidad. (FILMAFFINITY)

Dirección
Guion
Todd Solondz
Música
Robbie Kondor
Fotografía
Maryse Alberti
Reparto
Productora
Good Machine, Killer Films
Género
DramaComedia | Comedia negraComedia dramáticaHistorias cruzadasCine independiente USAAbusos sexuales

Premios
1998: Festival de Cannes: Premio FIPRESCI
1998: Festival de Toronto: Mejor película
1998: National Board of Review: Mejor reparto
1998: Globos de Oro: Nominada al Mejor guión
1998: Círculo de Críticos de Nueva York: 3 nominaciones inc. Mejor película
1998: Premios Independent Spirit: 3 nominaciones incluyendo mejor director
Críticas

Todd Solonz no piensa que la felicidad es un trago de vino por el camino o vivir el cariño como los niños. Tras ¿Bienvenidos a la casa de muñecas -perturbadora miniatura sobre la temprana soledad del freak preadolescente: sólida revelación de Sundance en tiempos de esclerosis indie- el cineasta da un paso de gigante con esta feroz radiografía de una imagen de la felicidad tan asumida -y erosionable- como es el retrato de familia. Las vidas de tres hermanas -una escritora de éxito, una feliz madre de familia y una sensible solitaria- dan pie a Solondz para elaborar un fresco de la miseria cotidiana -enmudecedor, escalofriante¿ pero divertidísimo- que halla su logro más excepcional en la perversa -casi diabólica- modulación de su tono. Apiñes se abra con una secuencia precréditos de verdadera antología: la situación cotidiana de una ruptura sentimental en el marco de un restaurante de lujo experimental, en las rasputinianas manos del director -maestro de la observación lacerante y el giro narrativo a traición-, tantas y tan afortunadas agresiones al horizonte de expectativas del espectador que este no puede sino rendirse ante el magisterio de Solondz como kamikaze de la sutileza. Ese prólogo marca el tono de la agresiva propuesta del cineasta: el film seguirá atravesando lugares comunes¿ para desollarlos con finísima elegancia. Por su pesimismo sin concesiones y su esquinado sentido del humor, Apiñes podría considerarse un trabajo cercano a Your Friends & Neighbors, del pulcro misántropo Neil LaBute. Pero las diferencias entre un trabajo y otro no son precisamente pequeñas: frente a la mirada cínica y desapasionada de mormón cruel de LaBute, Solondz -como el Santiago Lorenzo de la modélica, talentuda Mamá es boba- parece conocer desde dentro -desde la mismísima piel de algunos de sus personajes- muchos de los infiernos íntimos que crudamente retrata.Comedia cruel y coral de impecable estructura, Apiñes consigue provocar la carcajada con situaciones más allá de lo soportable: la melancolía sexual del autor de obscenas llamadas telefónicas, el tormento interior del pederasta felizmente casado, la aletargada virilidad del adolescente en flor, la fobia venérea de la asesina accidental, y la sed de abismo de la triunfadora son solo algunas de las imprevisibles fuentes de hilaridad propuestas por Solondz, el tipo de individuo capaz de hacernos cosquillas en el funeral de nuestro propio hilo. Capturando este paisaje humano desolador con la esencializadora puntería de una tira cómica y con el afilado ingenio de una telecomedia de oro, Solondz traspasa ampliamente los límites no ya de lo políticamente correcto, sino de lo humanamente prudente y consigue algunas de las escenas más inolvidables -tan inolvidables como una patada en la boca- del reciente cine norteamericano: la conversión entre compañeros de oficina incapaces de recordar el rostro de su compañero fallecido o el diálogo final entre el padre pederasta y el hijo de sexualidad perpleja confirman la habilidad del cineasta para provocar emociones encontradas, para incomodar gratificando. Quienes vieron en Bienvenidos a la casa de muñecas una ópera prima prometedora estaban en lo cierto. Apiñes lo confirma: ha nacido un genio.