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18.3.21

"ROMA Fellini" Ciclo Fellini 100Años

 

Dirección: Federico Fellini
Año: 
 1972
Film: 
 Color
Duración: 
 119 min
Argumento: Federico Fellini, Bernardino Zapponi
Guión: Federico Fellini, Bernardino Zapponi
Director de fotografía: Giuseppe Maccari (Technicolor)
Operador adjunto: Pietro Servo
Asistente de cámara: Roberto Aristarco, Michele Picciaredda
Música: Nino Rota
Director musical: Carlo Savina
Idea de escenografía: Federico Fellini
Escenografía: Danilo Donati
Vestuario: Danilo Donati






















Estamos a comienzos de los años treinta. Un chico, huésped en un colegio de religiosos, se imagina la Roma descrita por sus profesores y por la retórica del régimen fascista. En 1939, con veinte años, parte hacia la capital y descubre su verdadero rostro. Los pequeños personajes de una pensión popular, las tabernas al aire libre, los niños por las calles. Luego se pasa a 1972, al tráfico de las calles, con Fellini que rueda una película en una ciudad atiborrada de turistas, entre los jóvenes que le reprochan su falta de interés por la política. Vuelve a la memoria la imagen de un pequeño teatro de espectáculos de variedades de pueblo, con el público que grita y huye tras una alarma aérea. Luego la escena se desplaza a la galería para la construcción del metro, cuando un hallazgo de restos arqueológicos interrumpe las obras. Los hippies de la Plaza de España y la fauna variopinta de los que iban allí, el recuerdo lejano de los burdeles de los años cuarenta. Hay también un desfile de modelos religioso, la "Fiesta de Noantri” en Trastevere, la confusión general, con la policía que aporrea y los motoristas entre los fragores de la noche.




Gian Luigi Rondi
Secuencias como la del autopista, de los prostíbulos, del desfile religioso son cine al estado puro, incontenible, ejemplar. Ese estilo que mezcla la crónica falsa con los recuerdos inventados alcanza, en diferentes ocasiones, la poesía. En otras, se impone una furia barroca que se combina, maliciosamente, con el gusto de lo cursi, de lo deformado, de lo horrible. Aunque en algunas partes podría apuntar a equilibrios más sosegados, siempre logra alcanzar los resultados esperados. En una representación espectacular que alterna las pesadillas de Bosch con los horrores negros de Goyas y los rasguños cortantes de Grosz.
"Il Tempo", 19 marzo 1972



Tullio Kezich
La infancia romañola, la llega del joven de provincias a la estación Termini, la pensión, las comilonas en las tabernas, el espectáculo de variedades, los prostíbulos son páginas de un virtuosismo estilístico e impetuoso que recuerda a Carlo Emilio Gadda. Pero en la vertiente moderna, Roma reserva grandes emociones como la secuencia horrorosa de la circunvalación y el final con los motoristas que van a tope entre las ruinas y los antiguos palacios. Tiene algunos defectos: la casualidad de su estructura, la fragilidad de sus conexiones, algún episodio más desenfocado y caricaturesco (el desfile religioso). Pero es otro fruto apasionante de la tenacidad de uno de los mayores maestros de hoy.
" Il mille film. Dieci anni al cinema 1967-1977", volume secondo, Il Formichiere, Milano, 1977
«En pocas palabras, la impresión que tenemos de esta ciudad es una sola: la ignorancia. En Roma vive un ignorante que no quiere que lo molesten y que es el producto más exacto de la Iglesia. Un ignorante que quiere mucho a las familias. Este tipo de hombre está tan metido en su posición seglar que cree que se debe y se puede vivir solo de esta manera. Un crío grotesco que tiene la satisfacción de ser castigado continuamente por el papa. [...] la mirada fija, soñoliente, renunciataria, oponente, no es curioso o no cree que la curiosidad sirva para algo. Puede ser que esta sea la mirada de la extrema decrepitud, de quien ha digerido de todo y ha sido, a su vez digerido, se ha convertido en excremento, agotamiento total de todas las experiencias y regreso a la tierra, abono. Esta atmósfera peculiar nace del hecho de que el papá romano y la mamá romana siempre tienen algo criador, huelen a pis, a tus pis de cuando eras pequeño. En realidad, el romano no felicita de manera remilgada a un niño: "Mira qué cara bonita, parece un culo", dice.»
Federico Fellini, Fare un film, Einaudi, Torino, 1980, p. 146




Dirección: Federico Fellini

Argumento: Federico Fellini, Bernardino Zapponi

Guión: Federico Fellini, Bernardino Zapponi

Director de fotografía: Giuseppe Maccari (Technicolor)

Música: Nino Rota

Director musical: Carlo Savina

Idea de escenografía: Federico Fellini

Escenografía: Danilo Donati

Vestuario: Danilo Donati

Montaje: Ruggero Mastroianni

Coreografía: Gino Landi




Cast

Marcello Mastroianni : intervistato
Anna Magnani : intervistato
Gore Vidal : intervistato
John Francis Lane : intervistato
Alberto Sordi : intervistato
Peter Gonzales : Fellini a diciott'anni
Fiona Florence : Dolores giovane prostituta
Marne Maitland : guida alla catacombe
Britta Barnes
Pia De Doses : la principessa

Roma, la ciudad eterna  

Fragmentos de una nota de Claudia Segovia

(...) Fellini contempla la Roma fascista desde Rimini, su ciudad natal, con la dulcificada mirada de la infancia, como posteriormente lo hará en Amarcod (1973). En la posguerra, su alter ego, un joven inmigrante del norte, llega a la estación Termini, a la Roma pobre, caótica y gritona, al submundo de pensiones familiares, de espectáculos de variedades y burdeles. Un mundo sepultado en la Roma presente de los años setenta del siglo XX, una ciudad cosmopolita que revive la grandeza del remoto pasado imperial, una ciudad eterna que inmortaliza las vidas cotidianas pasadas, las casas patricias y la Necrópolis, y sus principales monumentos, el Coliseo, el Castel Sant'Angelo, Villa Borghese, como los lugares míticos y, a la vez, trillados del turismo.

"Eso es lo bueno de Roma, es grande y nadie te conoce"

Fotograma de Fellini RomaEn un café añorado del Rimini de Fellini, un hombre hace esta afirmación a propósito de Roma. Nada más cierto para describir la otrora capital imperial, la actual gran ciudad republicana, el lugar ideal para confundirse con la masa, para pasar inadvertido o volverse el centro de todo. Los grandes personajes fellinianos se dan cita en la ciudad: las matronas familiares, las prostitutas voluptuosas, los decadentes artistas de variedades, los músicos callejeros, los jóvenes hippies, la burguesía y el clero. Mientras que Scola apuesta por un reparto más contemporáneo: parados, inmigrantes, mendigos, ludópatas, ancianos, homosexuales y lesbianas, los desheredados de la sociedad, como nuevos rostros del cine italiano.

Roma es la ciudad de la iglesia, del gobierno y de las películas"
Gore Vidal afirma ante Fellini que estos tres poderes son fabricantes de sueños. Nada más cierto en Roma. Fellini retrata la alianza entre la nobleza y la iglesia en un satírico e improbable desfile de moda eclesiástica, demostrando entre bambalinas la patética opulencia y el poder de esta conveniente alianza.

17.3.21

EL CASANOVA de FEDERICO FELLINI Ciclo Fellini 100 Años





Link para ver CASANOVA https://ok.ru/video/3516178238096




La película “Casanova”, también conocida como “Il Casanova di Federico Fellini”, rodada en 1976, y que en la Argentina fue conocida tan solo a principios de la democracia pues la dictadura cívico-militar había prohibido su estreno, fue lanzada en Italia en una versión restaurada en blue-ray y DVD con motivo del centenario del nacimiento del mago de Cinecittà. "Casanova" fue una de sus películas más controvertidas, que llevó al director al borde del divorcio con Giulietta Masina y al agotamiento nervioso, gracias a sus complicaciones de elenco y financieras, en tanto su lanzamiento parece oportuno en momentos en que las salas peninsulares permanecen clausuradas por el coronavirus.


Según la prensa italiana, el mundo decadente y conmovedor de “Casanova” vuelve restaurado con motivo del centenario del nacimiento del director y la iniciativa de sus distribuidores en formato hogareño pondrá en contacto con esa obra que en su momento no fue apreciada en su conjunto. De ese modo, el mundo de ensueño y surrealismo en que el creador sumió al famoso personaje del siglo XVIII será lanzado el martes 17 en el mercado itálico; según Fellini, fue una de las obras que mayor trabajo intelectual y físico le demandó.


“Algunas películas nacen bajo el signo de una profunda complicidad y total adhesión de quienes las dirigen, otras nacen bajo el signo de resistencia y reticencia. ‘Casanova’ pertenece a esta segunda categoría. Quizás la película necesitaba que el personaje tuviera actitudes de total desconfianza, de antipatía, quizás de necedad. La película no podía hacerse como cualquier otra", comentó una vez que la había finiquitado.



“Casanova” nació bajo el impulso del poderoso Dino De Laurentiis, que quería que se propusiera una película que fuera del gusto de los estadounidenses, un público al que el productor, que si bien había solventado “La strada” en 1954 trataba de conquistar con grandes producciones desde la década del 60. Sin embargo, el director y el productor no se ponían de acuerdo con el protagonista: Marlon Brando o Robert Redford sugiere De Laurentiis, Fellini piensa en Michael Caine, Jack Nicholson, Gian Maria Volonté y hasta Alberto Sordi, que se propone a sí mismo. La elección finalmente recayó en el canadiense Donald Sutherland, con quien Fellini se había cruzado dos veces: la primera en el set de una película –“El mundo de Alex”(1970)- en el que hizo un cameo de sí mismo, y un año antes de que Bernardo de Bertolucci rodase “Novecento” (1976). Además del talento indiscutible de Sutherland, también fue la apariencia, su altura de un metro y 92 centímetros -medio centímetro más que el mítico amante veneciano-, terminaron de convencer al director.


El compromiso, se dice, fue rápido, en los escalones del Grand Hotel de Roma; Sutherland tenía entonces 40 años, casi la misma edad que su personaje. El proyecto, sin embargo, nació bajo una mala estrella de producción: pasó de las manos de De Laurentiis a las de Andrea Rizzoli y su compañía Cineriz para terminar en las de Alberto Grimaldi, mientras que el tironeo por los enormes presupuestos –nunca se sabía cuánto iba a costar finalmente una película de Fellini- demoraban una y otra vez el rodaje. El director llegó al estudio para comenzar la película el 21 de julio de 1975: fue un proceso difícil, aparte de los nueve meses habituales que Fellini suele tomar para dar a luz una película; para “Casanova” la última claqueta sonará a principios de mayo.



Filmada completamente en el histórico estudio Cinecittà 5, donde Fellini tenía dos dormitorios, baño y cocina; donde comía, trabajaba y dormía, la película hizo que el director estuviera tan ocupado que cuando recibió la noticia de la victoria del Oscar para “Amarcord” no quiso abandonar su trabajo y envió al productor Franco Cristaldi a retirar el premio. Aunque la película está basada en la autobiografía “Historia de mi vida”, de Giaccomo Casanova, Fellini de inmediato decidió desviarse, alejarse de la página escrita y si por un lado respetaba el espíritu de la época, por otro tenía otra cosa en mente. En acuerdo con su guionista Bernardino Zapponi, quiso describir a un hombre que, más allá del cliché del “playboy” italiano, no es más que un inmaduro subdesarrollado, incapaz de amar verdaderamente.


Para interpretar a Casanova, Donald Sutherland había leído todo lo que se había escrito sobre el personaje, pero Fellini le pidió que olvidara todo porque no era la figura histórica la que le interesaba; de hecho, el título de la película, “Il Casanova de Federico Fellini” no respondió tanto al egocentrismo del director como al deseo de subrayar que esa interpretación fue el resultado de una lectura personal. De las muchas historias contenidas en las Memorias de Casanova, Fellini eligió finalmente cuatro, mientras que las otras fueron el resultado de su imaginación; para unir los episodios, en apariencia inconexos, se escucha la voz del protagonista, que los narra en primera persona y que fue doblada por el talentoso Gigi Proietti.


Título original

Il Casanova di Federico Fellini 


Año

1976


Duración

148 min.


País

 Italia


Dirección

Federico Fellini


Guion

Bernardino Zapponi


Música

Nino Rota


Fotografía

Giuseppe Rotunno


Reparto

Donald SutherlandTina AumontCicely BrownCarme ScarpitaOlimpia CarlisiMargareth ClémentiClara AlgrantiJohn KarlsenLeda LojodiceMary MarquetSilvana FusacchiaDaniel EmilforkPietro TorrisiDaniela Gatti


Productora

Produzioni Europee Associati (PEA)


Género

Drama | Siglo XVIIIBiográfico


Sinopsis

Giacomo Casanova, viejo bibliotecario del castillo del Dux, en Bohemia, recuerda su vida, repleta de historias de amor y de aventuras. Anciano, solo y desesperado, rememora los apasionantes viajes de su juventud por todas las capitales de Europa. (FILMAFFINITY)


Premios

1976: Oscar: Mejor vestuario. 2 nominaciones

1977: Premios BAFTA: Mejor diseño de producción y vestuario. 3 nominaciones

1976: Premios David di Donatello: Mejor música







Críticas

















Agencia Matrimonial (Corto de Federico Fellini dentro del filme en episodios El Amor en la Ciudad)

El AMOR EN LA CIUDAD

Link para ver el filme Amor en la Ciudadhttps://ok.ru/video/1445236574921 

(...)Amor en la ciudad se destapa como un film clave que supuso un punto de inflexión en esa nueva derivada que tomó la praxis neorrealista. Por un lado nos hallamos ante una película de episodios, punto que entronca la cinta con esos primeros esbozos de cine de posguerra que apostaron por el trabajo cooperativista practicado a varias manos que sin duda fue responsable en gran parte del éxito del neorrealismo en lugar del individualismo presente en las producciones erigidas en otras latitudes. De este modo la carta de presentación de la cinta no puede ser más sugerente. Así, la misma se introduce como el primer número de la Revista Cinematográfica Lo Spettatore dirigida por Cesare Zavattini, Riccardo Ghione y Marco Ferreri, integrada por seis episodios versados en torno al amor como principal foco argumental. Una revista construida con la cámara en lugar de con el papel y la tinta dedicada al amor experimentado por la gente corriente de la gran ciudad romana. El narrador que abre el film deja claras las intenciones de sus autores de mostrar la realidad más cercana, protagonizada por actores no profesionales representando sus propias experiencias vitales, en detrimento de ese amor idealizado y superficial emanado de las películas americanas protagonizadas por Kirk Douglas, Lana Turner o Marilyn Monroe. Acompañarán a esta narración inicial una serie de imágenes cotidianas que describen pequeños capítulos amorosos, para dar paso a continuación al relato de los seis capítulos componentes del film.

Amor en la ciudad-2

Por otro, la cinta aúna parte de los mejores cerebros del antiguo movimiento neorrealista en comunión con los autores noveles que marcarían el camino de la escuela neorrealista tardía. Equipo purista integrado por Carlo Lizzani, Francesco Maselli y Cesare Zavattini casado con los nuevos vientos que trajeron consigo un Michelangelo Antonioni que en esos momentos era considerado uno de los mejores documentalistas del neorrealismo tradicional, un Federico Fellini a punto de reventar la corriente con sus dos obras cumbre La Strada y Las noches de Cabiria, un Dino Risi que terminaría en convertirse en el capo de la comedia a la italiana y finalmente un Alberto Lattuada, colega y compañero de fatigas de Federico, que compaginó en su cine los mejores ingredientes de la nueva y vieja doctrina. Y esta conjunción de artistas y visiones es lo que convierte a Amor en la ciudad es una obra imprescindible para comprender la bifurcación que el neorrealismo tomó a en esos años cincuenta para desembocar en su propia muerte al afluir en el océano del cine de autor italiano que removería los cimientos del séptimo arte mundial a principios de los años sesenta.

De este modo Amor en la ciudad podría ser etiquetada como una película extraña y amorfa. Como un conglomerado de perspectivas y alucinaciones imposible de concordar en una sola pieza. Pero eso es precisamente lo que hace grande a Amor en la ciudad. Su dicotomía desequilibrada que de forma inexplicable consigue armonizar un mensaje de tono espiritual y mesiánico acerca de las miserias, expectativas y sufrimientos que el amor hace padecer a un ser humano morador de entornos deshumanizados y crueles aptos pues para el advenimiento de esta afección en todas sus vertientes posibles. Porque la intención de Amor en la ciudad no es otra que radiografiar las bondades y miserias del amor visto como una enfermedad inherente al ser humano desde el origen de los tiempos para la que no existe remedio ni cura. Una dolencia a veces benigna, otras veces perniciosa y siempre necesaria para poder sobrevivir. Porque sin amor el ser humano no deja de ser una ameba sin rumbo ni camino. Sin esperanza ni dicha. Sin miedo ni dolor. Sin vida.

Así el primer episodio de film versa sobre el amor falso y artificial. El amor, más bien la pasión, que censura a una vida al margen a aquellas personas que osan prostituir su amor a cambio de dinero. El amor de pago dirigido por Carlo Lizzani, desnuda con un tono documental y desgarrador marca de la casa la Roma nocturna habitada por esas almas noctámbulas que deambulan por las esquinas, calles poco concurridas y cuchitriles de la gran ciudad en busca de esos obscenos mecenas que no dudan en sufragar con su dinero la esclavitud que castiga la decadencia y miseria física de las meretrices. Lizzani opta por construir un documento apegado al momento histórico real captado, viajando con su cámara por los rincones escondidos de Roma, absorbiendo sin pudor ni censura el trabajo de las prostitutas en medio de la noche y la nada. Igualmente rubrica su espléndido trabajo de ávido reportero presentando el perfil humano de varias pupilas entre las que destaca la veterana Valli, apodada la caminante, siempre en busca de clientes que no huyan de su apedreado y crepuscular rostro. Así como la joven Tilde, la cara opuesta la decana Valli y prototipo de pecadora atrapada en su propia red de circunstancias. Y la hastiada Anna, una meretriz torturada por las traiciones de sus chulos y su soledad endémica. A través de pequeñas entrevistas coreografiadas con unas espléndidas tomas documentales de la ciudad en lo más profundo de su nocturnidad, Lizzani construyó un crudo retrato de las ínfimas condiciones de vida que persiguen a los que trabajan el negocio del amor condenados por las míseras condiciones de vida presentes en la Roma de posguerra.

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Tras este primer retrato de pura esencia neorrealista, la revista visual que es Amor en la ciudad avanzará hacia su segundo capítulo titulado Intento de Suicidio dirigido por Michelangelo Antonioni. Nos encontramos con un cortometraje de marcada tendencia documental que respira ese cine primitivo que cultivó el genio de Ferrara. Antonini retrata el suicidio como una vía de escape, no solo de la precariedad económica, sino de la carencia de amor, dejando claro que es justamente cuando el amor termina cuando al suicida no le queda otra salida en el horizonte que decidir poner fin a su propia existencia. Para ello Antonioni expondrá cinco casos de otras tantas mujeres que por diferentes desengaños amorosos decidieron atentar contra su vida sin que dicho intento llegara a buen puerto. El autor de El eclipse indaga con la precisión de un cirujano en cada una de las historias expuestas, planteando afiladas preguntas a sus entrevistadas adoptando pues la efigie de un detective en busca de las respuestas al misterio planteado: ¿puede el amor convertirse en una enfermedad obsesiva hasta el punto de provocar la muerte a aquellos que lo padecen sin control? El corto se beneficia del estilo austero y parsimonioso de un Antonioni que ya en estos primeros conatos de autor daba muestras de su querencia por retratar los parajes y los entornos escénicos vacíos de sensibilidad y calor, exhibiendo del mismo modo su gusto por los personajes marginales atrapados en su moralidad y castigados por el simple hecho de ejercer su pasión.

El tercer episodio titulado Paraíso por tres horas es quizás el segmento más extraño y ajeno al estilo neorrealista, pero igualmente inspirador por el hecho de dejar sentir la presencia de su autor, Dino Risi, en cada minuto de su metraje. Y es que Paraíso por tres horas contiene la que para un servidor es la mejor y más hermosa secuencia de la película, esos maravillosos cuatro minutos de coreografía de un perfecto tango sin diálogos, -dejando únicamente que la cámara se pasee por los rincones y rostros de los jóvenes que moran el salón de baile donde se escenifica este tercer vector del film-, que permiten aflorar al amor sin tapujos ni obstáculos. El amor que inspira la juventud que no piensa en el futuro, sino únicamente en el presente. El amor personificado en una pareja que baila bien pegado sin dar importancia a las miradas ni al que dirán. Un amor pintado en una preciosa y precisa secuencia de celebración festiva y baile, tan típica del cine italiano, que posteriormente cultivaría con excelentes resultados el maestro Dino Risi en sus mejores y más aclamadas películas.

Y acto seguido arribará la cuarta novela, dirigida por Federico Fellini: Agencia Matrimonial. Igualmente que el corto de Risi, se trata de una obra alejada del tono purista presente en el neorrealismo arcaico. Ello se observa en esos espléndidos travellings y angulares con los que el maestro de Rimini adornó el envoltorio visual de su aportación, incluyendo asimismo unos rimbombantes planos subjetivos que permiten compartir la mirada del espectador con la periodista y alter ego de Fellini que protagoniza la trama. Sin duda, Agencia Matrimonial da muestras de esa portentosa manera de concebir el cine que poseía el autor de La Strada, donde la vida era representada como un espectáculo circense y extravagante que aprisionaba los deseos y expectativas de unos personajes guiados por su innata bondad que chocaban contra un entorno plagado por unas alimañas orientadas por sus instintos primarios y la mala fe. De hecho, este corto entronca con ciertos tics y personajes que Fellini inmortalizaría en sus obras mayores La Strada, La Dolce Vita y Las noches de Cabiria. Puesto que el bisoño periodista protagonista del relato no deja de ser ese paparazzi incapaz de implicarse personalmente a pesar de las injusticias que su inquisitivo ojo observa en la vida nocturna romana, e igualmente la pobre desgraciada que acepta casarse con un personaje inventado no deja de ser esa víctima de la maldad y el egoísmo humano con el rostro y el infortunio de la Gelsomina o la Cabiria Fellisiana. Y es que Agencia Matrimonial se destapa como un perfecto ejemplo de ese neorrealismo tardío que cocinaron Fellini y compañía sublimando los resultados de la doctrina neorrealista a través de unos cuadros que reflejaban la desgracia que supone el engaño de no conocer el amor verdadero.

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Y tras este brochazo de genialidad, la cinta retornará a sus orígenes para verter el episodio más desgarrador y terrible de todos los que la componen. Porque Historia de Caterina supone todo un homenaje a Ladrón de Bicicletas ideado por su guionista y alma mater Cesare Zavattini en compañía de Francesco Maselli. Narra la historia de un alma perdida, la joven Caterina y su desgraciada vida en Roma tras haber emigrado desde su Palermo natal. Así conoceremos que fue abandonada por su novio cuando éste conoció que Caterina había quedado embarazada así como el estigma social que ser una madre soltera le supone en sus intentos de resurgir de sus cenizas. Con un estilo marcadamente austero, sin adornos ni florituras y siempre con la cámara al hombro siguiendo los pasos de la protagonista de la epopeya, Zavattini y Maselli esbozaron un cuento de terror social y deprimente mostrando en primer plano las cloacas y bajos fondos de una ciudad deshumanizada no apta para la convivencia y la armonía, no dejando títere con cabeza al retratar la falsa moralidad, más bien amoralidad, presente en todos los estamentos y estratos sociales de la Roma de posguerra. Pero Historia de Caterina sobre todo es una oda al amor. Al amor verdadero. A ese amor que conecta a una madre con su hijo. Ese amor que no entiende de egoísmos ni de dinero. Porque cuando la avaricia brota ante la falta de esperanza, es precisamente ese amor que emerge del arrepentimiento el único atisbo de oxígeno que permite confiar en un ser humano que se muestra como un ente digno de toda desconfianza.

Y así llegamos al capítulo final, dirigido por Alberto Lattuada, titulado Los italianos se las quedan mirando. Y no hay mejor manera de cerrar una cinta tan ecléctica como es Amor en la ciudad que con este experimento auspiciado por el autor de El molino del Po. Un corto documental, sin diálogos, y con referencias que anticipan las doctrinas que cultivarían posteriormente los adoradores de la Nouvelle Vague francesa. Así, con el único recurso de una cámara que camina por las calles de Roma persiguiendo a las bellas señoritas que salen de buena mañana de sus hogares con dirección a sus lugares de trabajo o esparcimiento, Lattuada absorbe el sentir de la masculinidad hipnotizada por los movimientos de cadera de unos movimientos de carne y hueso que despiertan el interés de jóvenes y ancianos, eruditos y vividores, solteros y casados, alumnos y maestros… De un género masculino hechizado por los efectos de unas Venus que emplean todas sus armas de seducción y coquetería para cautivar al personal. Y es que Los italianos se las quedan mirando no deja de ser un simpático vodevil repleto de buen humor y sarcasmo, que muestra que el amor es tan efímero y fugaz tal como esa belleza que desaparecerá como arte de magia merced al lento discurrir del paso del tiempo.

Sin ser una de las cintas más aclamadas del neorrealismo, Amor en la ciudad es para un servidor una cinta imprescindible para conocer el discurrir de la corriente más fascinante que tuvo lugar en el séptimo arte. Una rareza que se observa a día de hoy como un obelisco fascinante y seductor que refleja los diferentes sentimientos y filias que tuvieron lugar en ese punto de inflexión para el dogma que fueron los años cincuenta. Una década en la que la decadencia se dio la mano con el surgimiento de una nueva visión de hacer cine apegado a la realidad que no necesariamente seguía las rígidas doctrinas de los pioneros. Por ello Amor en la ciudad es una obra maestra. Por su ferviente retrato de una época que demolió la forma de concebir el cine desde una perspectiva clásica. Para bien del cine. Ruben Redondo.

Amor en la ciudad-5


Título original
L'amore in città


Año
Duración
105 min.
País
Italia Italia
Dirección
Guion
Michelangelo Antonioni, Aldo Buzzi, Luigi Chiarini, Federico Fellini, Marco Ferreri, Alberto Lattuada, Luigi Malerba, Tullio Pinelli, Dino Risi, Vittorio Veltroni, Cesare Zavattini
Música
Mario Nascimbene
Fotografía
Gianni Di Venanzo (B&W)
Reparto
Productora
Faro Film
Género
DramaRomance | Drama románticoNeorrealismoPelícula de episodios
Sinopsis
Película formada por seis cortos realizados por distintos directores: Michelangelo Antonioni (Tentato suicidio), Federico Fellini (Un' agenzia matrimoniale), Alberto Lattuada (Gli Italiani si voltano), Carlo Lizzani (L'amore che si paga), Dino Risi (Paradiso per quattro ore), Francesco Maselli y Cesare Zavattini (Storia di Caterina). (FILMAFFINITY)