Las comedias de entre guerras en Hollywood:
Tras el hundimiento bursátil de Nueva York en 1929 la sociedad norteamericana se
sumergió en una profunda crisis económica y financiera. Hollywood, “fábrica de sueños”,
puso en marcha su enorme maquinaria industrial para ofrecerle al público películas
evasivas que le hicieran olvidar la grave situación económica y social en la que se
encontraba envuelto el país. Ese subgénero picaresco, denominado “screwball comedy”,
se convirtió en el más representativo del periodo de entreguerras. Algunos de los más
célebres directores de la época -Howard Hawks, Frank Capra, Ernst Lubitsch, Preston
Sturges, George Cukor, Billy Wilder- sortearon el código de censura impuesto en 1934
enmascarando al conflicto social y la tensión sexual mediante la farsa, el absurdo, la
payasada y el ridículo. Y muchas, pero muchas risas. Para esos millones de
norteamericanos que deseaban evadirse de la realidad y olvidar sus problemas el cine se
convirtió así en un refugio, pero también en una válvula de escape: en los argumentos no
faltaba nunca un protagonista perteneciente a la clase más acomodada que terminaba
recibiendo una lección de humanidad por parte de alguien ubicado por debajo suyo en la
escala social.
sumergió en una profunda crisis económica y financiera. Hollywood, “fábrica de sueños”,
puso en marcha su enorme maquinaria industrial para ofrecerle al público películas
evasivas que le hicieran olvidar la grave situación económica y social en la que se
encontraba envuelto el país. Ese subgénero picaresco, denominado “screwball comedy”,
se convirtió en el más representativo del periodo de entreguerras. Algunos de los más
célebres directores de la época -Howard Hawks, Frank Capra, Ernst Lubitsch, Preston
Sturges, George Cukor, Billy Wilder- sortearon el código de censura impuesto en 1934
enmascarando al conflicto social y la tensión sexual mediante la farsa, el absurdo, la
payasada y el ridículo. Y muchas, pero muchas risas. Para esos millones de
norteamericanos que deseaban evadirse de la realidad y olvidar sus problemas el cine se
convirtió así en un refugio, pero también en una válvula de escape: en los argumentos no
faltaba nunca un protagonista perteneciente a la clase más acomodada que terminaba
recibiendo una lección de humanidad por parte de alguien ubicado por debajo suyo en la
escala social.