Ciclo
FEDERICO FELLINI 100 AÑOS.
Acompañando la muestra de ¨Fellini: El Centenario en el Mundo¨ que se realizará en el Museo Nacional de Arte Decorativo (5/3 al 2/5, con inscripción previa) subimos a nuestro sitio su extraordinaria obra maestra con la que arrancamos un repaso por la filmografía del Maestro italiano,
“OCHO Y MEDIO”
con Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale, Anouk Aimeé, Sandra Milo...
Link para ver el filme https://ok.ru/video/3494138153616
8½ sigue siendo, al día de hoy, la gran película metacinematográfica de la historia. Narra la crisis creativa de Guido Anselmo, un cineasta bloqueado, alter ego del propio Fellini, que se refugia en un balneario para reflexionar. Allí, Guido-Fellini intenta trabajar en su nueva película, que trata precisamente sobre un cineasta en crisis. Entre las dudas y la confusión del protagonista, vamos dándonos cuenta de que esa obra que prepara es la misma que estamos viendo: 8½. Es decir, no vemos solo la película, sino también, y a la vez, su proceso de creación. Por eso no tiene título (Fellini la llamó 8½ porque antes había rodado siete largometrajes y medio): porque no cuenta nada, sino que se cuenta a sí misma. Y en ese contarse a sí misma, 8½ da la sensación de contarlo todo.
El filme de Fellini es un gran monólogo lírico en el que se entremezclan escenas de realidad, sueños, recuerdos y fantasía, a fin de expresar la gran confusión del mundo mental de ese cineasta interpretado por Marcello Mastroianni. Un mundo mental que domina la película como nunca se había visto antes, pues la cámara de Fellini se instala literalmente en la mente del protagonista. No es solo que el punto de vista sea de Guido Anselmo, es que nos pasamos dos horas y media sentados en su psique, que nos va guiando por la película a base de transiciones que funcionan como si fueran conexiones neuronales. Y ya hemos comentado que el protagonista es un trasunto clarísimo de Fellini, de modo que 8½ es un gran viaje por la confundida mente de su autor, que expone aquí, con brutal honestidad y sin ningún pudor, todas sus fobias, sus manías, sus obsesiones y sus sueños. Fellini no se conformó con hacer cine, quiso ser cine.
Estamos ante una obra tan personal, tan viva… que intentar acercarse a ella de modo puramente explicativo carece de sentido. Y eso no significa que no pueda hacerse, porque 8½ es una deslumbrante muestra de dominio de todos los componentes de la dirección cinematográfica. Un domino formal que podría analizarse extensamente, pero que no daría, por sí solo, para explicar la grandeza y la magia de esta obra maestra. Señalemos sí, una composición de las imágenes que sigue una cadencia musical; sus largos planos secuencia en los que cámara y actores se mueven en una magnífica coreografía; el dominio absoluto del espacio como elemento expresivo y el uso de los decorados; y finalmente la creación de un lenguaje cinematográfico particular capaz de expresar el mundo psicológico.
Pero 8½ no es solo la película que los cineastas modernos siempre quisieron rodar. Es también la obra más puramente cinematográfica que se ha filmado. Ninguna otra película resulta tan inconcebible en otro soporte que no sea el celuloide. Quizá por eso está entre las favoritas de incontables directores, desde Truffaut a Bergman y Scorsese. (Miguel Faus)
Para rodar esta película en blanco y negro, Fellini convocó a Gianni Di Venanzo, director de fotografía habitual de Antonioni. Nino Rota compuso una de las partituras más célebres de su carrera. Leo Catozzo finalizó con este título su carrera como editor, un trabajo considerado una de las cumbres en materia de montaje cinematográfico. Para los papeles principales, Fellini convocó a cuatro de sus intérpretes habituales: Marcello Mastroianni, Anouk Aimée, Sandra Milo y Claudia Cardinale.
8 y 1/2. En realidad 10.
Titulo 8½ (Otto e mezzo)
Año 1963
Duraciòn 140 min.
Pais Italia
Director Federico Fellini
Guionistas Tullio Pinelli, Federico Fellini, Ennio Flaiano, Brunello Rondi
Mùsica Nino Rota
Director de fotografìa Gianni Di Venanzo
Reparto
Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale, Anouk Aimée, Sandra Milo, Rossella Falk, Barbara Steele, Mario Pisu, Guido Alberti, Madeleine LeBeau, Caterina Boratto, Annibale Ninchi, Giuditta Rissone, Eddra Gale, Tito Masini, Nadine Sanders, Georgia Simmons, Hazel Rogers, Riccardo Guglielmi, Giulio Paradisi, Maria Antonietta Beluzzi, Polidor, Maria Wertmuller, Rossella Como, Nino Rota
a
Co-production Italia-Francia; Cineriz, Francinex
FELLINI, OCHO Y MEDIO (1963). La obra más personal de Federico Fellini. por Ramon Morales Rodriguez
Cabe también destacar, como es habitual en las obras de Fellini, la participación musical del gran Nino Rota, que con sus encantadoras melodías cautiva al público y completa una labor musical sobresaliente. Y como no, es inevitable señalar, la participación de un enorme Marcello Mastroianni y una atractiva Claudia Cardinale entre muchos otros. El guión de "Ocho y medio", escrito junto con otros colaboradores por el propio director, saca adelante un proyecto en el que se desahoga a la hora de presentar al gran público los agobios y complicaciones que sufre un cineasta cuando está en la cima y todo lo que le rodea (productores, actores, amigos, críticos, etc.) le presionan para la terminación del film o ver el resultado de su próximo trabajo cuando este no está pensado y mucho menos realizado, evocando entonces en plena crisis creativa a su infancia para recurrir a la frase Asa-nisi-masa “ánima” en italiano o “Alma” en español. Lo cual en parte recuerda al gran clásico "Ciudadano Kane (1941)" y su "Rosebud" en alusión a su infancia. Dicho todo esto, no es difícil imaginar porqué ese año obtuvo el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Y eso, que no es una película para entretener, sino más bien una obra de arte esculpida por la mente e imaginación de este magnífico director que no es fácil de asimilar por el público, ya que su mezcla de drama, comedia y surrealismo profundiza en el pensamiento de un cineasta que es considerado por muchos, y razones no les faltan, como uno de los mejores cineastas de todos los tiempos. En esta ocasión además, por hacer partícipe al público del abatimiento y angustia que puede envolver a un cineasta en un momento de falta de inspiración fílmica, concluyendo una obra que es de visión obligada para todos aquellos que se consideren cinéfilos clásicos, aunque el resultado de esta, independientemente, los deje deslumbrados o decepcionados según su gusto cinematográfico.
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